La historia de Inca Kola no puede ser contada sin la presencia de don Isaac Lindley. Sin proponérselo el hijo menor del matrimonio Lindley-Stoppiane tuvo que asumir la dirección de la compañía en 1945. Eran épocas difíciles, ya no estaban sus hermanos mayores ni su padre José Robinson Lindley, el patriarca del imperio Inca Kola. Con 41 años encima este hombre de pequeña estatura pero de gran corazón, tuvo que sacar adelante el negocio familiar.
Para entonces ya estaba en las mesas de los limeños la famosa bebida de sabor nacional. Como se recuerda, después de varios intentos salió al mercado el 18 de enero de 1935, justo cuando Lima cumplía 400 años. Con don Isaac se adquirió la primera máquina automática que embotellaba 36 unidades por minuto, se cambió la botella con etiqueta por una propia con la marca en alto relieve, y se acuñó esta frase publicitaria: “Inca Kola sólo hay una y no se parece a ninguna”.
El 18 de octubre de 1989, El Comercio informaba una pérdida lamentable, había muerto don Issac Lindley a los 85 años. No solo se había ido uno de los empresarios más exitosos del país, sino un gran ser humano que hasta el día de hoy vive en el recuerdo de quienes lo conocieron y lo llamaron “míster”.
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